Cuando somos pequeños solemos tener un juguete con el cual nos gustaba dormir. Este juguete llegó a ser nuestro “mejor amigo” en a infancia. Creíamos que nos protegía de los mounstros que salían en la noche y querían atacarnos. Sin importar que tipo de juguete fuera, se ganó nuetro cariño y afecto.
Pero al pasar el tiempo, al ir madurando cada vez más, ya no necesitábamos que alguien nos protegiera en las noches, ya no le temíamos a la oscuridad. Nos fuismo encariñando con otras cosas y personas. Así que este juguete amigo se quedó lejos en un rincón o en un cajón de nuestro armario o clóset.
Pero cada vez que lo volvemos a ver, recordamos con nostalgia la época de la niñez. Es necesario “revivir” a este amiguito de una muerte que lo llevará muy lejos de nosotros.
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